La Ley del sábado en un principio era para descansar un día, -como Dios lo hizo según está escrito en el Génesis- y dedicárselo a Él. Esa ley que originalmente era un medio de humanización, terminó siendo un fin con muchas cosas prohibidas, y algunas afectaban a cosas esenciales para la vida como cocinar o arrancar semillas -como es en este caso- para poder comer, para quitar el hambre.
O como dice Jesús: ¿no actuó David de un modo similar? ¡Él hasta se apropió de comida que solo era para los sacerdotes! Y confirma: «El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado» (Mc 2, 23-28).

Volviendo al hoy, a nuestra vida de parroquia me hago una pregunta pues: ¿no hemos podido caer en ese mismo fallo? ¿Hay algo que en un tiempo comenzamos a hacer como medio y ha terminado como un fin, como algo que se debe de hacer obligatoriamente? ¿Hemos llegado a deshumanizarnos?
Creo que es un buen momento para reflexionar para volver a vivir el verdadero sentido del sábado.