¡Cuántas veces me dices:
«Ponte en pie, coge tu camilla y vete a tu casa»!
Cada vez que me paralizo
al no aceptarme como soy,
al no aceptar mi «imperfección»,
mi fragilidad,
mi condición humana…
Cada vez que las dificultades me superan,
y me cuesta reconocerlo
o no me dejo ayudar…
En momentos que
ni yo misma sé ponerlos nombre…
ahí vas Tú de modos muy diferentes
me haces llegar a mí
tu amor, tu confianza,
tu misericordia…

Eso me anima a levantarme
llevando mi camilla,
mi historia, mi modo de ser,
reconociendo mi debilidad,
mi capacidad,
los gestos de amor compartido.
Y me dices que me vaya a mi casa.
¿A dónde tengo que ir?
¿Cuál es mi casa?
Donde estén los pequeños y los pobres,
los pobres de hoy,
con las diferentes pobrezas…
¡Cuántas veces me lo recuerdas, Señor!
Con tu ayuda quiero llevar a casa tu Palabra.